Muchos científicos afirman que el agua líquida es la clave para entender el comportamiento de la forma congelada que se encuentra en los glaciares. Se sabe que el agua de deshielo lubrica sus bases de grava y acelera su marcha hacia el mar. En los últimos años, los investigadores de la Antártida han descubierto cientos de lagos y ríos líquidos interconectados y acunados dentro del propio hielo. Además, han obtenido imágenes de gruesas cuencas de sedimentos bajo el hielo, que podrían contener los mayores depósitos de agua de todos. Pero hasta ahora nadie había confirmado la presencia de grandes cantidades de agua líquida en los sedimentos bajo el hielo, ni había estudiado cómo podría interactuar con el hielo.
Ahora, un equipo ha cartografiado por primera vez un enorme sistema de agua subterránea que circula activamente en los sedimentos profundos de la Antártida Occidental. "La gente ha planteado la hipótesis de que podría haber aguas subterráneas profundas en estos sedimentos, pero hasta ahora nadie había hecho ninguna imagen detallada --explica la autora principal del estudio, Chloe Gustafson, que hizo la investigación como estudiante graduada en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia (Estados Unidos)--. La cantidad de agua subterránea que encontramos es tan importante que probablemente influye en los procesos de las corrientes de hielo. Ahora tenemos que descubrir más y averiguar cómo incorporarlo a los modelos".
Los científicos llevan décadas sobrevolando la capa de hielo de la Antártida con radares y otros instrumentos para obtener imágenes de las características del subsuelo. Entre otras muchas cosas, estas misiones han revelado cuencas sedimentarias intercaladas entre el hielo y el lecho de roca. Pero la geofísica aerotransportada generalmente sólo puede revelar los contornos aproximados de tales características, no el contenido de agua u otras características.
Una de las excepciones fue un estudio realizado en 2019 sobre los Valles Secos de McMurdo, en la Antártida, en el que se utilizaron instrumentos transportados en helicóptero para documentar unos cientos de metros de agua subterránea subglacial por debajo de unos 350 metros de hielo. Pero la mayoría de las cuencas sedimentarias conocidas de la Antártida son mucho más profundas, y la mayor parte de su hielo es mucho más grueso, fuera del alcance de los instrumentos aéreos. En algunos lugares, los investigadores han perforado el hielo hasta llegar a los sedimentos, pero sólo han penetrado los primeros metros. Por tanto, los modelos del comportamiento de la capa de hielo sólo incluyen los sistemas hidrológicos dentro o justo debajo del hielo.
Esta es una gran deficiencia, advierten. La mayoría de las extensas cuencas sedimentarias de la Antártida se encuentran por debajo del nivel actual del mar, encajadas entre el hielo terrestre ligado al lecho de roca y las plataformas de hielo marinas flotantes que bordean el continente. Se cree que se formaron en los fondos marinos durante períodos cálidos en los que el nivel del mar era más alto. Si las plataformas de hielo retrocedieran en un clima más cálido, las aguas oceánicas podrían volver a invadir los sedimentos y los glaciares que se encuentran detrás podrían avanzar y elevar el nivel del mar en todo el mundo.
Los investigadores del nuevo estudio se concentraron en la corriente de hielo Whillans, de 100 kilómetros de ancho, una de las media docenas de corrientes rápidas que alimentan la plataforma de hielo de Ross, la mayor del mundo, del tamaño del territorio canadiense de Yukón. Investigaciones anteriores han revelado la existencia de un lago subglacial en el interior del hielo y una cuenca sedimentaria que se extiende por debajo. Las perforaciones poco profundas en los primeros 30 centímetros de sedimentos han sacado a la luz agua líquida y una próspera comunidad de microbios. Pero lo que hay más abajo ha sido un misterio.
A finales de 2018, un avión LC-130 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos dejó caer a Gustafson, junto con el geofísico de Lamont-Doherty Kerry Key, el geofísico de la Escuela de Minas de Colorado Matthew Siegfried y la montañera Meghan Seifert en el Whillans. Su misión: cartografiar mejor los sedimentos y sus propiedades utilizando instrumentos geofísicos colocados directamente en la superficie. Lejos de cualquier ayuda si algo salía mal, les llevaría seis agotadoras semanas de viaje, excavación en la nieve, colocación de instrumentos y otras innumerables tareas.
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