Golpear a los niños y a los árboles que no crecen, no ensillar animales, ni usar machetes, santificar las semillas y frutas, diseñar coloridos caminos de aserrín frente a los altares, ayunar, quemar Judas, levantar amarguras y danzar por el inicio del ciclo agrícola son tradiciones de muchos pueblos, costumbres que van más allá de las ceremonias católicas que caracterizan el que muchos llaman todavía el Sábado de Gloria.
A lo largo de la Semana Santa —incluso después— se realizan rituales que combinan la religión y la agricultura, una mezcla de las tradiciones cristianas con las indígenas. Muchas de esas prácticas se concentran en el sábado santo.
Para los católicos se trata de un día de luto y silencio; es día de penitencia pero no de ayuno estricto como el viernes. Desde el papado de Pío XII dejó de llamarse sábado de Gloria.
La tradición de golpear a cinchazos a los niños y a los árboles que no crecen o que no dan fruto se usa desde hace varios siglos y hoy por hoy en la ciudad de Guatemala, son pocas las familias en las que aún se conserva está tradición.
Antiguamente los niños y todos los familiares eran colocados en fila al mediodía del sábado de gloria para recibir chicotazos, cinchazos o golpes con lazo por parte del familiar más grande, para posteriormente "quemar a Judas".
Mientras que al árbol se le pegaba para que diera fruto o crecieran.
Si bien esta actividad no tiene ninguna base bíblica se realiza con el fin de corregir y santificarse por los errores cometidos durante el año desde la última Semana santa recibiendo la resurección de Cristo limpios de todo pecado.
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