¿Por qué la miel nunca se echa a perder?

 La miel es uno de los pocos alimentos que pueden durar indefinidamente sin descomponerse. Su alto contenido de azúcar y baja humedad crean un ambiente hostil para bacterias y microorganismos, evitando que se desarrollen. Además, su acidez natural y la presencia de peróxido de hidrógeno contribuyen a su capacidad de conservación.

En excavaciones arqueológicas se han encontrado tarros de miel de hace miles de años en perfecto estado. Esto demuestra que, si se almacena correctamente en un recipiente hermético, la miel puede mantenerse comestible por siglos. Sin embargo, con el tiempo puede cristalizarse, lo que no significa que esté en mal estado, ya que solo necesita calentarse suavemente para recuperar su textura original.

A pesar de su increíble durabilidad, la miel puede perder algunas de sus propiedades con el tiempo si se expone a la luz, el calor o la humedad. Para conservarla en las mejores condiciones, se recomienda guardarla en un lugar fresco y seco, siempre bien tapada.