Esta es la respuesta del presidente Nayib Bukele al desafío iniciado por las pandillas el pasado fin de semana, cuando 82 personas fueron asesinadas en las calles de El Salvador; unos homicidios atribuidos a estas bandas criminales organizadas —consideradas terroristas por El Salvador y Estados Unidos— que cuentan con 64.000 miembros y un extenso control territorial en los barrios marginales del país centroamericano. "Les decomisamos todo, hasta las colchonetas para dormir. Les racionamos la comida y ahora no verán el sol. Paren de matar ya o ellos van a pagar también", escribió Bukele, amenazando a las 'maras' mediante la instrumentación como rehenes de 16.000 pandilleros presos.
Enemigos del pueblo
Pese a la polémica medida, el presidente salvadoreño goza de una espectacular popularidad, con el apoyo del 71% de los salvadoreños, según la encuestadora Mitofsky, encabezando la lista de líderes mejor valorados de América Latina. No es difícil adivinar el porqué. Bukele nació hace 40 años en el seno de una familia de clase acomodada, hijo de un ingeniero de origen palestino y una madre de raíces católicas. Su exitosa y temprana experiencia en el sector de la publicidad propició una meteórica carrera política, iniciada en las filas del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el partido surgido de la guerrilla que combatió en el conflicto armado salvadoreño. En 2012 se hizo con la alcaldía de la localidad de Nuevo Cuscatlán, para tres años más tarde pasar a gobernar la capital, San Salvador. Poco después abandonó la formación izquierdista entre profundas críticas cruzadas y creó su movimiento Nuevas Ideas para ir con todo a la conquista de la presidencia.
Su estrategia fue clara: las dos formaciones que se habían repartido el poder desde el final de la guerra civil —el FMLN y la formación derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena)— eran inservibles y debían ser derrocadas. No le falta razón. Los gobiernos de los dos partidos tradicionales fueron mediocres en lo económico y extremadamente corruptos en lo político. Dirigentes de Arena se habían visto involucrados en algunos de los hechos más cruentos de la guerra, como el asesinato en 1989 a manos del Ejército de dos mujeres y seis sacerdotes jesuitas, cinco de ellos españoles, del que ha sido acusado recientemente el expresidente Alfredo Cristiani (Arena, 1989-1994). Los dos predecesores de Bukele, Salvador Sánchez Cerén y Mauricio Funes del FMLN, están exiliados en Nicaragua para escapar de las órdenes de arresto que pesan en su contra por diversos cargos de corrupción.
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