Leyenda "Las lágrimas de Jesús de la Merced"

Cuenta la leyenda que hace muchos años en la Nueva Guatemala de la Asunción, una señora muy pobre pasaba por un angustioso momento económico que le desesperaba, pues no encontraba manera de conseguir el dinero que necesitaba para pagar los adeudos, habiendo ya intentado todo, desesperada, y sin saber cómo solventar de inmediato las agobiantes deudas, pensativa y sin saber cómo se vió caminando en una tarde calurosa y desolada por las calles que conducían al templo de Nuestra Señora de las Mercedes, ubicado allá por la quinta calle y once avenida del centro histórico, sin querer, en medio del silencio entró al templo como buscando un respiro, empezó una plegaria.

Aquella mujer, movida por su gran fe acudió a la milagrosa imágen de Jesús de La Merced e imploró su ayuda en el amargo trance que padecía.

Luego de un momento de oración, la mujer olvidó dónde estaba y quién le rodeaba... ¡Era un genuino encuentro con el Señor! 

Es entonces cuando un leve olor a jazmín e incienso se dejó sentir en el ambiente, lo que obligó a la mujer a abrir sus ojos y ver el rostro de Jesús, quien conmovido por la piedad de la suplicante mujer, derramó lágrimas que cayeron en las manos de su devota, convirtiéndose en pequeñitas, pero muy valiosas piezas de plata.

Posteriormente, la mujer recibió una buena suma de dinero al haber empeñado la plata, con la que pagó todas sus deudas. 

Al cambiar su situación y rescatar las piezas, fue a devolverlas a Jesús, dejándolas sobre su manto, y como por arte de magia, desaparecieron en el preciso instante en que la protagonista del milagro, doblaba sus rodillas.

Datos de la imagen

Jesús Nazareno de la Merced, es una escultura para vestir tallada en cabeza, manos y pies encarnada en las partes visibles. Fue mandada a tallar en 1654 al maestro Mateo de Zúñiga, corriendo la labor de encarnado a Joseph de la Cerda. La perfección escultórica y calidad le hizo meritorio de la Consagración el 5 de agosto de 1717 siendo la primera imagen consagrada en América.