Una de cada cuatro familias elimina un tiempo de comida a efecto de la crisis de la pandemia de coronavirus.
Antes de la aparición del covid-19 en el país, el acceso a alimentos entre las personas de escasos recursos era limitado.
Con la crisis generada por la pandemia el problema se hace mayúsculo, pues una de cada cuatro familias ha dejado de tener un tiempo de comida debido a la falta de recursos, según un estudio de opinión pública desarrollado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia -Unicef- en Guatemala, junto a CID Gallup.
Mientras algunos han suprimido un tiempo de comida, tres de cada 10 personas señalan que un miembro de su familia está comiendo menos debido a la privación de alimentos en casa, y la mitad de los hogares dejó de comprar algún comestible por falta de dinero.
Los más afectados son quienes viven en el nororiente del país, en donde se ubica Huehuetenango, el tercer departamento con mayor reporte de niños menores de cinco años con desnutrición aguda.
El registro del Sistema de Información Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Siinsan) señala que allí hay 2 mil 115 infantes en dicha condición, datos hasta el 16 de agosto pasado.
“Son indicadores crudos y claros de que hay un impacto directo en la alimentación de las familias y, por supuesto, de los que están en situación vulnerable, que probablemente ya tenían una situación de pobreza y de desnutrición infantil”, menciona Carlos Carrera, representante de Unicef en Guatemala.
La pandemia vino a exacerbar las precariedades entre la población infantil y de los adolescentes. Si para el 2014 la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida -Encovi- señalaba que 68 de cada cien menores de 18 años vivía entre carencias, Carrera no descarta que en estos meses la cifra haya aumentado, pues esta es una crisis en “cámara lenta” y el impacto se acumula, al verse golpeada la actividad económica y social del país.
Resultados del Estudio de opinión pública de Unicef, elaborado en junio 2020
No solo se trata de la escasez de alimentos, otro efecto secundario del covid-19 es la migración. Dejar su tierra en busca de mejores condiciones de vida es una opción para muchos, y entre los entrevistados, el 15 por ciento dice que han escuchado de personas que migrarán debido a la situación económica, y se harán acompañar de sus familias. La mayoría de los que piensa dejar Guatemala se ubican en la región de Petén.
Un informe de la Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez (Ciprodeni) indica que entre marzo y agosto de este año la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos detuvo 2 mil 307 niños y adolescentes guatemaltecos migrantes no acompañados en su frontera sur, pese a que en marzo el gobierno de Guatemala cerró las fronteras.
Pero esto no termina allí, el sacerdote Juan Luis Carbajal, secretario ejecutivo de la Pastoral de Movilidad Humana, sentenció hace unos días que el flujo de personas hacia territorio estadounidense aumentará cuando las fronteras se abran.
De las personas que reciben remesas en sus hogares -16 por ciento-, ocho de cada 10 utilizan el dinero para suplir gastos básicos como consumo de alimentos y vestuario.
Prensa Libre
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