Una de las incógnitas en las que aún indaga la ciencia es por qué muchas personas infectadas no presentan síntomas.
Y es que se trata de un virus nuevo, para el que no hay inmunidad previa en la población, que se transmite por gotículas y contacto y cuya enfermedad tiene un período de unos días en el que el afectado puede estar presintomático o sintomático, pero siempre con capacidad de transmisión, y en la que también hay asintomáticos que contagian.
“Es sencillamente la peor pesadilla para un epidemiólogo que intenta controlar una epidemia”, resume a Efe Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra.
Saber quién es SARS-COV-2
La tecnología puntera y colaboración científica internacional permitieron conocer “la identidad” del virus enseguida: los primeros casos de sida se describieron en 1980 pero se tardaron años en descubrir cuál era el agente causante, el VIH. Ahora, solo en cuestión de días se averiguó que detrás de los primeros casos de covid-19 en Wuhan estaba el coronavirus SARS-CoV-2.
La obtención de su genoma completo se siguen secuenciando muestras permitió investigar sobre su origen, sus antepasados (es muy parecido a otros virus aislados en murciélagos), su evolución o su relación con otros coronavirus, e implementar sistemas de detección molecular como las pruebas PCR, ahora conocidas por todos.
Pero también sirvió para conocer cómo entra en nuestras células, usando la proteína Spike (la llave) que se une a otra humana denominada ACE2 (la cerradura) y sirviéndose además para ello de unas proteasas celulares (la furina y la TMPRSS2). Estas proteasas y el receptor ACE2 están en gran cantidad de tejidos humanos, lo que hace que el virus pueda infectar células diferentes.
Esta información ha sido esencial para proponer posibles tratamientos e investigar vacunas, en las que decenas de grupos de investigación de todo el mundo, también españoles, se afanan. Si bien aún no existe una definitiva, los procesos se han acelerado y hay varios prototipos en fase III de ensayos clínicos la última.
¿Hay inmunidad?
Una de las incógnitas en las que aún indaga la ciencia es por qué muchas personas infectadas no presentan síntomas (hay estudios que las cifran en un 20 %). Se ha sugerido que por desarrollar una respuesta inmune rápida, por presentar una inmunidad previa por una reacción cruzada con otros coronavirus, por factores genéticos o porque la carga viral sea muy baja en el momento de la infección.
En los niños se ha apuntado que pueden tener un sistema inmune inmaduro que no desarrolle esa tormenta de citoquinas (moléculas) que hace que el sistema inmune se descontrole y que parece ser uno de los factores que agrava la enfermedad, o que la frecuencia de estímulos inmunológicos recibidos por vacunas infantiles tengan cierto papel protector inespecífico contra el coronavirus, pero aún no se sabe a ciencia cierta, según López-Goñi.
Tampoco está clara la reinfección y cuánto dura la inmunidad. Tras el seguimiento a 349 pacientes sintomáticos, científicos chinos constataron que el 70 % mantiene anticuerpos neutralizantes al menos seis meses, y otro estudio preliminar a partir de un brote en un barco sugirió que estos anticuerpos podrían prevenir de nuevas infecciones.
EFE
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