Hay algunos temores que arraigan en nuestro subconsciente y quedan ahí anclados sin saber su certeza o de dónde vienen. Uno de ellos despierta cada vez que, sin querer, uno se traga el chicle que estaba mascando. Como el Coco o el Hombre del Saco, muchos creyeron, desde la infancia, que tragarse un chicle significaba que estaríamos siete años digiriendo. Pero, ¿se queda realmente pegado en la pared del estómago durante tanto tiempo? ¿Mito o realidad?.
Es falso. Rotundamente falso. Los jugos gástricos de nuestro estómago son capaces de eliminar un chicle de la misma forma en que lo hace al digerir algo por muy difícil que sea. Es decir, en uno o dos días, nuestros intestinos ayudan a expulsar el chicle de nuestro organismo.
Pese a ser digestibles, las gomas de mascar no se acercan ni de lejos a poder ser consideradas ‘nutritivas’. Si bien la mayoría de los chicles de hoy en día usan utilizan una base de plástico neutro, también conocido como el acetato de polivinilo, o también la goma de xantano, hasta hace poco se utilizaba la savia de un árbol tropical: el chiclero, al cual debe su nombre. Además, también llevan endulzantes, sabores, conservantes y suavizadores.
Hay riesgos. Si uno decide tragar muchos chicles cada día, es probable que éstos formen un bezoar, una acumulación de alguna sustancia sin digerir, capaz de formar masas de volumen variable, que se puede hallar en los intestinos o estómagos.
Uno de los estudios más reconocidos en este campo es el dirigido por el doctor David Milov, “Chewing Gum Bezoars of the Gastrointestinal Tract” en la revista médica Pediatrics, en 1998. En los casos estudiados, Milov halló que los niños que tragaban varios chicles cada día finalmente sufrían estreñimiento crónico.
Mascar chicle no es malo. En algunos casos, y según un estudio, puede ayudar a mejorar la concentración y a aumentar el rendimiento intelectual, ya que alivia ansiedad, aumenta la concentración y el estado de alerta y reduce el estrés. Los niveles de cortisol se reducen en un 16.
Muchos lo usan para dejar de fumar, para rebajar el estrés o para aliviar las nauseas. Pero no todo es positivo en mascar chicles. Si son con azúcar, el riesgo de sufrir caries se dispara. Puede provocar trastornos gastrointestinales y dolor en la mandíbula. La única realidad es que este producto no fue ideado para ser ingerido. Y, además, si lo mascas, mejor hacerlo con moderación.
Es falso. Rotundamente falso. Los jugos gástricos de nuestro estómago son capaces de eliminar un chicle de la misma forma en que lo hace al digerir algo por muy difícil que sea. Es decir, en uno o dos días, nuestros intestinos ayudan a expulsar el chicle de nuestro organismo.
Pese a ser digestibles, las gomas de mascar no se acercan ni de lejos a poder ser consideradas ‘nutritivas’. Si bien la mayoría de los chicles de hoy en día usan utilizan una base de plástico neutro, también conocido como el acetato de polivinilo, o también la goma de xantano, hasta hace poco se utilizaba la savia de un árbol tropical: el chiclero, al cual debe su nombre. Además, también llevan endulzantes, sabores, conservantes y suavizadores.
Hay riesgos. Si uno decide tragar muchos chicles cada día, es probable que éstos formen un bezoar, una acumulación de alguna sustancia sin digerir, capaz de formar masas de volumen variable, que se puede hallar en los intestinos o estómagos.
Uno de los estudios más reconocidos en este campo es el dirigido por el doctor David Milov, “Chewing Gum Bezoars of the Gastrointestinal Tract” en la revista médica Pediatrics, en 1998. En los casos estudiados, Milov halló que los niños que tragaban varios chicles cada día finalmente sufrían estreñimiento crónico.
Mascar chicle no es malo. En algunos casos, y según un estudio, puede ayudar a mejorar la concentración y a aumentar el rendimiento intelectual, ya que alivia ansiedad, aumenta la concentración y el estado de alerta y reduce el estrés. Los niveles de cortisol se reducen en un 16.
Muchos lo usan para dejar de fumar, para rebajar el estrés o para aliviar las nauseas. Pero no todo es positivo en mascar chicles. Si son con azúcar, el riesgo de sufrir caries se dispara. Puede provocar trastornos gastrointestinales y dolor en la mandíbula. La única realidad es que este producto no fue ideado para ser ingerido. Y, además, si lo mascas, mejor hacerlo con moderación.
Fuente: La Vanguardia
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